April 14th, 2022
by Ixander Berrios
by Ixander Berrios
Por Orlando Morales
Mateo 27:46
46 Como a las tres de la tarde, Jesús gritó con fuerza:
—Elí, Elí, ¿lama sabactani? (que significa: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”).
Algunos pueden considerar esta frase de Jesús como una muy aterradora o incluso confusa. ¿Acaso Dios abandono a su propio hijo? ¿Se rompió el vínculo de amor perfecto en el Dios trino en este preciso momento? Que quiere decir este versículo y su implicación para la vida del cristiano es importante y no es para menos. En momentos donde la iglesia celebra y conmemora el acto redentor de Jesucristo, al tiempo que suceden miles de situaciones horribles en el mundo que nos rodea, la reflexión teológica de este verso en una actitud de humilde reverencia es imprescindible.
Esta expresión de Jesús se encuentra también en Marcos 15:34 y alude al pasaje bíblico en Salmo 22:1, lo cual hace de la expresión de Jesús una aún más intrigante. Precisamente este Salmo arroja luz respecto a la actitud que está asumiendo Jesús desde la cruz, pues contrario a lo que rápidamente alguien podría argumentar diciendo que Jesús está afirmando que Dios abandona en el momento difícil, la evidencia bíblica apunta a lo contrario. Este Salmo atribuido a David es un grito de angustia, pero no una angustia desprovista de esperanza. Desde el verso 3 el salmista dice “pero tú eres santo, tú eres rey”, y más adelante en el verso 4 reconoce que ese rey fue quien libro a sus padres (antepasados). Incluso finalizando ya casi el Salmo 22, específicamente en el verso 24, dice “no esconde de él su rostro, sino que lo escucha cuando a él clama.” Por tal razón, considerando que es desde el contexto de este salmo que Jesús realiza su expresión, su clamor de angustia no es evidencia del abandono de Dios sino más bien de la confianza en el único Dios y Padre que escucha al afligido. La expresión de Jesús revela la profundidad de su sufrimiento en la cruz, y ha sido la única ocasión que aun en la intimidad de Jesús con el Padre, experimento quebrantamiento en dicha relación. Su grito de “Elí, Elí,” no descansa en la supuesta petición o creencia que algunos judíos sostenían que Elías podía ser invocado para proveer ayuda en tiempos de necesidad, sino el clamor que se traduce como “mi Dios, mi Dios.” Jesús realiza un clamor a su Padre, quien no le abandona como Padre, pero como Juez deja caer su justicia sobre aquel que está cargando los pecados de la humanidad. Tal como lo expresa la Escritura “Él mismo, en su cuerpo, llevó al madero nuestros pecados.” Dios no le abandono, pero Jesús sintió abandono y gran dolor. Esto debe darnos la confianza de en el momento de dolor llorar delante de Dios, pues Jesús lo hizo. Sintió abandono, pero no su clamor no estuvo carente de esperanza, Jesús nos brinda ejemplo de que podemos llorar y clamar en el dolor, sin perder nuestra confianza en Dios el Padre, aun cuando no entendemos lo que sucede. En la profundidad del dolor, ¡levantamos un clamor!
Bibliografía
Carson, D.A, R.T France, J.A Motyer and G.J Wenham. Nuevo Comentario Bíblico: Siglo Veintiuno. Translated by James Bartley, José Luis Martínez and Rubén O. Zorzoli. El Paso, TX: Casa Bautista de Publicaciones, 1999.
Harrison, Everett F. Comentario Bíblico Moody. Translated by Daniel E. Hall. Grand Rapids, MI: Editorial Portavoz, 1971.
—Elí, Elí, ¿lama sabactani? (que significa: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”).
Algunos pueden considerar esta frase de Jesús como una muy aterradora o incluso confusa. ¿Acaso Dios abandono a su propio hijo? ¿Se rompió el vínculo de amor perfecto en el Dios trino en este preciso momento? Que quiere decir este versículo y su implicación para la vida del cristiano es importante y no es para menos. En momentos donde la iglesia celebra y conmemora el acto redentor de Jesucristo, al tiempo que suceden miles de situaciones horribles en el mundo que nos rodea, la reflexión teológica de este verso en una actitud de humilde reverencia es imprescindible.
Esta expresión de Jesús se encuentra también en Marcos 15:34 y alude al pasaje bíblico en Salmo 22:1, lo cual hace de la expresión de Jesús una aún más intrigante. Precisamente este Salmo arroja luz respecto a la actitud que está asumiendo Jesús desde la cruz, pues contrario a lo que rápidamente alguien podría argumentar diciendo que Jesús está afirmando que Dios abandona en el momento difícil, la evidencia bíblica apunta a lo contrario. Este Salmo atribuido a David es un grito de angustia, pero no una angustia desprovista de esperanza. Desde el verso 3 el salmista dice “pero tú eres santo, tú eres rey”, y más adelante en el verso 4 reconoce que ese rey fue quien libro a sus padres (antepasados). Incluso finalizando ya casi el Salmo 22, específicamente en el verso 24, dice “no esconde de él su rostro, sino que lo escucha cuando a él clama.” Por tal razón, considerando que es desde el contexto de este salmo que Jesús realiza su expresión, su clamor de angustia no es evidencia del abandono de Dios sino más bien de la confianza en el único Dios y Padre que escucha al afligido. La expresión de Jesús revela la profundidad de su sufrimiento en la cruz, y ha sido la única ocasión que aun en la intimidad de Jesús con el Padre, experimento quebrantamiento en dicha relación. Su grito de “Elí, Elí,” no descansa en la supuesta petición o creencia que algunos judíos sostenían que Elías podía ser invocado para proveer ayuda en tiempos de necesidad, sino el clamor que se traduce como “mi Dios, mi Dios.” Jesús realiza un clamor a su Padre, quien no le abandona como Padre, pero como Juez deja caer su justicia sobre aquel que está cargando los pecados de la humanidad. Tal como lo expresa la Escritura “Él mismo, en su cuerpo, llevó al madero nuestros pecados.” Dios no le abandono, pero Jesús sintió abandono y gran dolor. Esto debe darnos la confianza de en el momento de dolor llorar delante de Dios, pues Jesús lo hizo. Sintió abandono, pero no su clamor no estuvo carente de esperanza, Jesús nos brinda ejemplo de que podemos llorar y clamar en el dolor, sin perder nuestra confianza en Dios el Padre, aun cuando no entendemos lo que sucede. En la profundidad del dolor, ¡levantamos un clamor!
Bibliografía
Carson, D.A, R.T France, J.A Motyer and G.J Wenham. Nuevo Comentario Bíblico: Siglo Veintiuno. Translated by James Bartley, José Luis Martínez and Rubén O. Zorzoli. El Paso, TX: Casa Bautista de Publicaciones, 1999.
Harrison, Everett F. Comentario Bíblico Moody. Translated by Daniel E. Hall. Grand Rapids, MI: Editorial Portavoz, 1971.
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